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Ayer en el Parlamento de Cataluña se empleó mucho la pobreza energética como un arma que políticos de diferentes partidos se tiraban a la cabeza. Cuando un político le espeta a otro usando la pobreza energética, en realidad está utilizando a miles de hogares catalanes como una simple herramienta, una piedra que se tira como en los más primitivos combates. Cuando ayer hablaban de pobreza energética, a mucha gente les silbaban los oídos en sus casas, pero más allá de la sensación molesta del pitido auditivo, continuaban pasando frío o esperando el momento fatídico en que ya no puedes encender ninguna luz, no puedes calentar agua, no puedes cocinar.

Ayer, la pobreza energética, como tantas otras veces, se citaba para atacar a rivales políticos, no para tratar de ponerle solución. Los pobres no pueden defenderse. Los pobres son pobres, en la mente de muchos, son culpables, ciudadanos de segunda. No es sólo la justicia que favorece a los ricos, es el sistema entero. La justicia institución y la justicia concepto.

Ayer se mezclaban estructuras de estado con pobreza energética. Ayer se pedía usar el dinero de la Hacienda propia para acabar con la pobreza energética de 875 hogares catalanes. Los cálculos, siempre aproximados, nos indican que debe haber más de 100.000 hogares en situación de pobreza energética y unos 300.000 en la cuerda floja. En este post podéis encontrar cifras que nos dan una idea posible de la magnitud del problema.

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No se trata sólo de personas sin ingresos, sino de edificios deficientes y de precios altísimos de la energía. Cuando un hogar paga de media 79 euros al mes en electricidad y cobra 400 euros (como ocurre en casi la mitad de los hogares en paro), ¿no es esto pobreza energética? Cómo lo hacen estos hogares que destinan el 20% de los ingresos sólo en electricidad? Fácil, pasando frío. ¿Y si el hogar no cobra absolutamente nada como ocurre en más de 100.000 hogares catalanes? Pues sufrirán pobreza energética y todas las pobrezas que se os puedan ocurrir.

Ahora bién, si destinamos los recursos de las estructuras de estado a "acabar con la pobreza energética" de 875 hogares, ¿que estamos diciendo? Pues en realidad estamos diciendo que tenemos que destinar estos recursos a garantizar que las eléctricas cobrarán estas facturas. No se acaba con el problema, sólo se barre hacia debajo de la alfombra con dinero de todos. entre todos, garantizamos el cobro de las eléctricas. Y ellos, ¿qué hacen? En el mejor de los casos, te permiten pagar en cómodos plazos. ¿Y la pobreza energética? Sigue allí. Muchos dicen que las empresas energéticas no son responsables de la pobreza energética, en este post lo hablamos, es interesante.

También se dijo ayer que no hay hogares catalanes a los que se les corte la luz ni que pasen frío. Hoy las entidades más cercanas al problema han dado buena fe de que esto no es así. Los compañeros de la Alianza contra la pobreza energética han dado nombres de personas que hoy tienen la luz cortada, nosotros también conocemos. Pero conocemos muchas más personas que sufren frío en su casa. No fresco para el que se necesita una rebeca. Frío con todas las letras, frío de no poder encender ningún aparato que genere calor, frío de no poder ducharse nunca con agua caliente, frío de tener unos hogares del todo ineficientes en términos energéticos. Personas que prefieren pagar las facturas antes de que tener un cierto confort en casa. Personas responsables y dignas que ahora son del todo invisibles para un gobierno que las esconde y niega. Gente que compra hornillos para no cocinar con la cocina eléctrica. Padres que guardan la escasa agua caliente para sus hijos. Personas que piden alimentos a Cáritas o Cruz Roja antes de dejar de pagar una factura. Muestras de extrema dignidad en los barrios más desfavorecidos de Cataluña. Esto ocurre aquí, hoy. Esta gente está sufriendo consecuencias (y aquí) en su salud física y mental, sobre todo las personas mayores y los niños. Como sociedad, ¿nos lo podemos permitir?

No es banal ni gratuito que los bancos de alimentos pidan legumbres cocidas a sus donantes, ya que cocer legumbres supone un gasto energético a veces inasequible.

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Viendo el espectáculo de ayer en el Parlamento, los ataques con pobres como munición, cabe preguntarse cuál es la esperanza de solucionar un problema que niegan aquellos que deberían hacer algo.

La pobreza energética, como la exclusión social, no son piedras que se puedan tirar, no son temas a sacar en campaña electoral. Son personas con nombres y apellidos que se encuentran en situaciones desesperadas y no es por su culpa. Si no ponemos soluciones efectivas, como mínimo, no nos tiremos los pobres a la cabeza.